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EN EL CALOR DE LA TARDE Antonio Ruibérriz de Torres



La muerte de Manolo Romero en la plaza de toros de Quito obligará a su amigo Rafael Montilla, ganadero y torero retirado, a comunicárselo a Graciella, su viuda, una belleza venezolana. Ese mismo día, en un lugar recóndito de la dehesa charra, una vaca, negra como la noche, pare un becerro con el don del entendimiento.

La relación del becerro llamado Boyero con su padre, semental de la ganadería, le permitirá ir adquiriendo los conocimientos necesarios para salir triunfante de la gran prueba en el cerrado del sacrificio.

No obstante, en el plano humano, las relaciones entre el viejo torero, la viuda y el becerro, que crece ajeno a las pasiones de los seres humanos, pero no a sus consecuencias, componen el mosaico de una historia donde todos los personajes buscan, a su manera, el indulto del público que los observa. Cuatro años más tarde, a las siete de la tarde, todos tendrán una cita irremediable en el madrileño coso de Las Ventas.

El autor, instalado en el realismo mágico, en ese difuso territorio entre la vigilia y el sueño, dibuja en Boyero al buen salvaje, en el que conjuga instinto e inteligencia sin un código moral explícito que suavice sus aristas, resultandounanimal increíblemente real.
En el calor de la tarde, es el toro quien responde a la polémica antitaurina con su forma inteligente de pensar matizada por el instinto de su especie.Alo largo de la novela, Boyero irá descubriendo la razón de su vida impuesta por los hombres: ganarse la vida en la dehesa triunfando en la plaza o morir en el intento.


PERDIDOS EN LA MEMORIA

MARZO DE 1939: LA TRAGEDIA DEL CASTILLO DE OLITE
Luis Mollá Ayuso




El siete de marzo de 1939, el buque de transporte de tropas «Castillo de Olite» fue hundido en aguas próximas al puerto de Cartagena por los disparos efectuados desde una batería de costa republicana. Este buque llevaba a bordo más de 2.100 soldados de los que murieron o desaparecieron 1.477.

Mientras que cualquier hecho notable durante la Guerra Civil fue motivo de la correspondiente campaña de propaganda, ambos bandos corrieron un manto de silencio sobre un hecho que constituye la peor tragedia de la España marítima contemporánea. El paso del tiempo ha cubierto con una pátina de misterio el hundimiento de un buque que formaba parte de una ambiciosa expedición de 30 barcos y 25.000 hombres.


Cartagena estaba prácticamente rendida, Francia e Inglaterra ya reconocían el gobierno de Franco y Negrín estaba a punto de traspasar la frontera de los Pirineos, lo que parece dejar sin sentido, tanto el ataque, como la decisión de Franco de enviar una fuerza tan extraordinaria sobre una ciudad agónica.

De la mano de Luisa, una periodista en paro, y Javier, un antiguo buceador de la Armada, Luis Mollá recrea literariamente los últimos momentos del «Castillo de Olite» sumergiéndonos en una historia llena de misterio, tragedia y ternura, a lo largo de cuyas líneas, el lector, quedará sobrecogido al imaginar que cuánto se narra se corresponde con la más insensata realidad.


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